Si uno ve los cuadros renacentistas, notaria que hoy en día
esas personas se considerarían obesas, si fuera a lugar. Cuando la belleza
opera como una especie de prototipo introducido en la mente, en los
pensamientos, en los valores de las personas por los medios de comunicación,
entonces se descalifica inmediatamente de una manera etnocentrista que muchas
de las veces es racista a otros tipos de belleza, lo que a su vez es una
desgracia, puesto que la persona que lo practica pierde la posibilidad de
ampliar su apreciación de la belleza, reduciéndola a un solo tipo.
Pero que ocurre cuando se visita el quirófano en búsqueda de
más belleza y solo se consigue poner en riesgo la propia vida y van más allá y
su obsesión por parecerse a alguien más requiere ayuda medica.
Además de haberse operado el cuerpo para parecerse a la muñeca, la californiana Blondie Bennett también quiere ser tonta. Aunque parece que no necesita de hipnosis para conseguirlo.
Ya resulta extremo tener como aspiración parecerse a una muñeca. Cirugías y tratamientos estéticos por unos 40.000 dólares son parte de la historia de esta mujer de 38 años cuyo objetivo en la vida es ser como una Barbie. Se ha agregado busto cinco veces, se rellenó los labios, se operó los ojos y la mandíbula. Además, se inyecta Botox semanalmente, usa sprays para broncear su piel y mide su cintura todos los días. ¿Cómo paga todo esto? Ella dice que lo hace con las contribuciones de dinero de sus seguidores en las redes sociales, que reciben a cambio imágenes de ella.
Según el sitio Entre Mujeres, Bennet tiene sus motivos para querer ser como la muñeca: “Cuando me preguntan por qué quiero ser una Barbie, pienso ¿por qué no querría serlo?…tiene la mejor vida, todo lo que hace es ir de compras y ponerse linda, no tiene que preocuparse de nada más.”
Hasta ahí, una obsesión con su cuerpo. Pero, ¿querer ser tonta? Así parece. En declaraciones a Barcroft TV explicó que se somete a hipnosis porque “no me gusta el ser humano y lo natural me parece aburrido; me gustaría ser totalmente de plástico”. Además, defiende su deseo de ser hueca: “desde chica supe que quería esto. Quiero que la gente me vea como una muñeca de plástico en serio y no tener cerebro es parte de ello”
Encima, el tratamiento parece estar dando resultado: “He tenido veinte sesiones de hipnoterapia y me he empezado a sentir completamente idiota y confundida todo el tiempo”.
Sus ansias de cosificación serían el festín de un psicoanalista. Bennet demuestra en cada palabra que no necesita de ninguna hipnosis para mostrarle al mundo el tamaño de su cerebro o de su propia estima.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario