Si no hay significación compartida, no es manifestación cultural. Puede denominarse expresión del sujeto o incluso podría trascender según la mirada que se tenga de un grupo de personas con rituales comunes de identidad.
Sin embargo, para comprender mejor el sentido de las marcaciones en el cuerpo Sandra Sierra propone puntos diferentes desde los cuales se analiza las intervenciones tanto a nivel individual, como social.
“Podríamos hablar de las funciones que cumple el tatuaje empezando por lo que la persona hace porque la cultura no le provee, pasando por la construcción del cuerpo para presentarse al otro con las marcas y en busca de reivindicar la singularidad; también como una forma de memoria para escribir la historia de vida en el cuerpo, como un asunto adictivo o masoquista; y por último, pero no menos complejo, por identificación con un grupo social”.
Si bien cada caso tiene su particularidad, estas visiones enriquecen la percepción de esta práctica que se hace más común todos los días. Hoy, la población está encarnada en el afán del capitalismo, está sumergida en las dinámicas de la moda y tal vez no encuentra sentido, en algunos casos, sobre la trascendencia de intervenir el cuerpo.
Por ahora, las marcaciones son resultado de la tendencia del mercado, pero no carecen de significado para quienes las realizan pues solo para cada uno tiene un valor especial, una historia que contar, una intención de utilizar el cuerpo como instrumento estético o como obra de arte.
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