La época del Barroco estuvo caracterizada por se la edad de la apariencia y la coquetería. Las cortes europeas enfatizaron su poder mediante el arte de la apariencia y la fastuosidad.
La Ilustración del siglo XVIII puso fin a estos hechos e impuso la sobriedad en las formas, aunque a pesar de esto no abandonaron muchos de estos hábitos adquiridos. Un ejemplo de esto, es el uso de las pelucas tanto para los hombres, como para las mujeres.
Aunque lo que mas destaca de esta época el uso y abuso tanto de perfumes, carmines, lunares postizos o pintados y peinados muy pomposos, como el uso por prendas de vestir como corsés muy ceñidos al cuerpo, encajes, ropas suntuosas, zapatos de tacón, y espejos y joyas. En definitiva se puede clasificar a este periodo como la época del abuso de la coquetería y la pomposidad al fin y al cabo.
No en vano, nació la palabra “maquillaje” y se extendió por varias lenguas, en muchas ocasiones era un sinónimo de truco y engaño. Por lo que puede clasificarse el ideal de belleza femenino, como bastante artificial.
En cuanto al aspecto físico, se pueden adivinar bajo los ropajes unos cuerpos más rellenitos que en épocas anteriores, pechos más prominentes resaltados por el uso de los corsés, caderas anchas y cinturas estrechas, hombros estrechos y brazos redondeados y carnosos, la piel blanca sigue siendo un referente de belleza.
De los hombres destaca mucho el pelo (muchas veces con peluca), la piel muy blanca y las mejillas rosadas y, por encima de todo, unos trajes suntuosos de infinitas capas.
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